jueves, 1 de abril de 2010

EL BUSCADOR

Esta es la historia de un hombre que yo definiría como un buscador. Un buscador es alguien que busca, no necesariamente que encuentra. Tampoco es alguien que, necesariamente, sabe que es lo que está buscando.
Es simplemente alguien para quien su vida es una búsqueda.
Un día, el buscador sintió que debería ir a la ciudad de Kamir.
Él, había aprendido a hacer caso riguroso a esas sensaciones que venían de un lugar desconocido de si mismo, de modo que dejó todo y partió.
Después de dos días de marcha por los polvorientos caminos divisó a lo lejos la ciudad de Kamir. Un poco antes de llegar al pueblo una colina a la derecha del sendero le llamó mucho la atención.
Estaba tapizada de un verde maravilloso y había un montón de árboles, pájaros y flores bellas.
La rodeaba por completo una especie de valla de madera lustrada, Una portezuela de bronce lo invitaba a entrar. De pronto sintió que olvidaba el pueblo y sucumbió ante la tentación de descansar por un momento en ese lugar.
El buscador traspasó el portal y caminó lentamente entre las piedras blancas que estaban distribuidas como al azar, entre los árboles.
Dejó que sus ojos como mariposas en cada detalle de este paraíso multicolor, y quizás por eso descubrió sobre una de las piedras aquella inscripción:
"Aquí yace Abdul Tareg, vivió 8 años, 6 meses, 2 semanas, y 3 días".
Se sobrecogió un poco al darse cuenta que esa piedra no era simplemente una piedra, era una lápida. Sintió pena al pensar que un niño de tan corta edad estuviera enterado en ese lugar. Mirando a su alrededor el hombre se dic cuenta que la piedra de al lado tenía también una inscripción:
Se acercó a leerla, decía: "Aquí yace Yamir Kalib, vivió 5 años, 8 meses, y 3 semanas.
El buscador se sintió terriblemente abatido. Ese hermoso lugar era un cementerio y cada piedra, una tumba. Una por una leyó las lápidas

Todas tenían inscripciones similares: un nombre y el tiempo de vida exacto del muerto. Pero lo que mas lo conectó con el espanto fue comprobar que el que mas tiempo había vivido sobrepasaba apenas los 11 años.

Embargado por el dolor terrible que sintió se sentó y se puso a llorar.

El cuidador del cementerio, que pasaba por ahí, se acercó. Lo miró llorar por un rato en silencio y le preguntó si lloraba por algún familiar.

No, ningún familiar, dijo el buscador, ¿Qué pasa con este pueblo? ¿Que cosa terrible hay en esta ciudad? ¿Por qué tantos niños enterrados en este lugar? ¿Cual es la horrible maldición que pesa sobre esta gente que los ha obligado a construir un cementerio de niños?

El anciano respondió: Puede usted serenarse. No hay tal maldición. Lo que tenemos es una vieja costumbre. Le contaré.

Cuando un joven cumple quince años sus padres le regalan una libreta como esta que tengo aquí. colgando del cuello. Y es tradición entre nosotros que a partir de ese momento, cada vez que uno disfruta intensamente de algo, abra la libreta y anote en ella: a la izquierda, que fue lo que disfrutó... a la derecha, cuanto tiempo duró el gozo.

Conoció a su novia y se enamoró de ella. ¿Cuanto tiempo dura esa pasión enorme y el placer de conocerla? ¡Una semana?. ¿Dos? ¿Tres semanas y media?

Y después... la emoción del primer beso, el placer maravilloso de la primera noche, ¿Cuanto duró el minuto y medio del beso?

¿Dos días? ¿Una semana? ¿Y el casamiento de sus amigos ? ¿Y el viaje mas deseado? Y el encuentro con quien vuelve de un país lejano? ¿Cuanto tiempo duró el disfrutar de esas sensaciones...? ¿Horas...? ¿Días...?

Y... vamos anotando en la libreta cada momento que disfrutamos.

Cuando alguien muere es nuestra costumbre abrir su libreta y sumar el Tiempo de lo disfrutado, el único tiempo VIVIDO.



 Fábulas - el Buscador

2 comentarios:

Anónimo dijo...

EXCELENTE TRABAJO.SE ME OCURRIO QUE PODRIAS EMPEZAR A ENTREGAR LIBRETAS A LA GENTE QUE SE ACERCA. SERIA LA FORMA DE TRASLADARLE A CADA UNA TU VALIOSO APORTE Y QUE LO TENGA SIEMPRE PRESENTE. GRACIAS.CD

ANITA Meza dijo...

Gracias por tu apoyo